En este año especial del 50 aniversario de su desaparición nos pareció que podíamos  homenajear a Picasso ya no a través de temas recurrentes en su pintura, su escultura, sus dibujos o sus cerámicas, como lo hicimos otros años con el Minotauro, el Arlequín, el Fauno, Abrazos , la Paz,  la Infancia, las Máscaras  o la Música, sino a través de una  de sus características esenciales, esa capacidad  que tenía de reinventar sus vínculos con su entorno, en sus relaciones  amorosas, artísticas o amistosas.

Se puede leer en su obra, la que definía como “páginas de su diario íntimo”. Cada nuevo encuentro importante,  creando otros vínculos, se traduce en una metamorfosis de su estilo, en la creación de una forma plástica nueva. Asume el reto de reinventarse metamorfoseando la realidad que está viviendo con un nuevo lenguaje artístico en el que teje sus estados de ánimo, sus angustias, sus ensoñaciones y sobre todo su imaginario cultural lleno de referencias a la Antigüedad clásica, a la obra de tal o tal gigante de la historia de la pintura y muy profundamente marcado por su identidad española.

Madeleine Arias